13.10.05

Palabras

Liam Gillick nació en 1964 en Aylesbury, Reino Unido. Entre 1983 y 1984 estudió en el Hertfordshire College of Art, pasando después al reconocido Goldsmiths College londinense, donde se graduó en 1987. El contexto social, político y económico del inicio de los noventa nada tenía que ver con el entusiasmo vivido en los ochenta, por ello Gillick como muchos otros artistas emergentes de su generación, se dedicó a explorar nuevos territorios, no trillados en lo artístico, donde su obra pudiera asentarse tras el cansancio formal y estilístico propiciado por la furibunda y exaltada hasta la extenuación estetización en todos los órdenes de lo social acaecida en la década de los ochenta. Desde un primer momento, se desmarcó del fenómeno del Young British Art, tan promocionado gracias a escándalos y polémicas exposiciones como la afamada Sensation verdadero punto de inflexión para la fortuna crítica de estos chicos malos, aún así su obra posee el mismo grado de reflexión, de discusión y de ruido que existe en las piezas de Tracey Emin, Sarah Lucas o de los propios hermanos Chapman. Negar las influencias y motivaciones comunes sería una argucia, por ello aun desde la correcta distancia, Gillick junto a Andrew Renton escribió Art. Monthly. Technique Anglaise: Current Trends in British Art donde se daba a conocer una parte más que considerable de esa nueva escena del Arte Británico, quizás por esto, a nadie le pareció extrañar que en 2002 fuera nominado al Premio Turner, premio-ídolo que con los años ha terminado por reconocer sólo la insurrección y la polémica que la obra de un artista británico pueda generar. Escritor, escultor, pintor, diseñador, director de películas, guionista, Gillick reproduce el modelo de artista actual al utilizar todas las herramientas que los lenguajes tecnológicos le permiten con un único objetivo, servir de combustible para el motor del pensamiento y la reflexión.

La obra de Gillick ha sido vista con asiduidad en los últimos años en nuestro país, cabe resaltar la presencia del artista británico en el 2001 en la galería de Javier López, su aparición en distintas ferias y bienales, así como la exposición de sus obras de gran formato realizada por el Ayuntamiento de Alcobendas dentro del ciclo organizado por el municipio madrileño Arte en la ciudad. Aún así, MacNamara Hotel es la primera exposición que realiza Gillick en un centro de arte de nuestro país. La palabra escrita es el componente principal de esta muestra, en la que las ideas y los conceptos se exponen en vinilo negro sobre pared blanca, utilizando la misma tipografía en todos ellos (helvética negrita). El libro catálogo –en el que se incluye un iluminador texto de Peio Aguirre, al igual que ocurriera con la exposición de la galería de Javier López- es el elemento clave para poder entender y dar sentido a la exposición, ya que éste contiene imágenes que muestran el contexto original de las obras de las que han sido extraídas las frases expuestas. En una pared se muestran los textos en su lengua original y en la de enfrente los mismos textos traducidos al castellano. A través de la combinación de texto, diseño e instalaciones, Gillick se interroga sobre la forma en que la realidad económica y social afecta al hombre, con el fin de explorar sistemas alternativos, así como nuevas preguntas que permitan respuestas nuevas y alejadas de toda ideología, aunque el materialismo dialéctico subyace como punto de partida en la elaboración de sus obras.

“La actividad artística no tiene ninguna esencia inmutable, constituye un juego cuyas formas, modalidades y funciones evolucionan según las épocas y los contextos sociales”. La frase del ensayista Nicolas Bourriaud ya ha sido utilizada antes para definir desde fines de los ochenta la obra de Gillick para la etiqueta de estética relacional. Etiqueta, que no deja de ser un coletazo de los presupuestos barthesianos sobre la muerte del autor, la necesidad de que el arte se convierta en un intersticio social, la elaboración de una crítica paralela que haga ver más allá... Todo un compendio de presupuestos, resumidos en una instalación de carácter minimalista donde la palabra resume y aglutina a un mundo.


McNamara Hotel. Liam Gillick
CAC de Málaga
Hasta el 6 de noviembre

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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